EJE 2: TEORIA DEL CONOCIMIENTO
PROBLEMAS DEL CONOCIMIENTO.
El problema se inicia al preguntar cómo la
inteligencia humana puede entender los secretos de la realidad y de la
existencia.
Primero se impone entender esta cuestión
antes de tratar de entender los secretos de la realidad pues es a través de la
inteligencia que conocemos todo lo demás. El origen del Universo, el
funcionamiento de la mente y la conciencia, el portento de la diversa vida en
la Tierra, el cerebro, la enorme vida interior del ser humano, el amor, la
solidaridad, el talento artístico, la compasión, el ingenio humano, el
sufrimiento incoherente, la capacidad imaginativa, etc., se nos presentan como
imponentes secretos de la realidad al tratar de entenderlos y darles
explicaciones satisfactorias. Entonces, antes de pensar en entender la
realidad, necesitamos estudiar primero cómo podemos acceder a ella.
Poder decir: esto es tal cosa, aquello es
tal otra, parece ser de lo más evidente y ordinario en la vida psicológica pero
al contemplarlo con detenimiento surgen una serie de problemas que lo hacen
convertirse en un asunto muy profundo. Parto desde mi estado consciente, sé que
soy al encontrarme teniendo pensamientos. Parto desde mi vida interior. Podría
carecer del sentido de la vista o del oído, y todavía ser. Perder el tacto en
alguna parte del cuerpo o en su totalidad, carecer del olfato y del gusto, no
implica dejar de ser. Luego viene el asunto de la relación de mi conciencia con
el mundo físico exterior, el estar en el mundo exterior. Lo que hay en el mundo
exterior es adquirido por mi conciencia por medio de las imágenes sensibles
provenientes de mis sentidos corporales. El mundo exterior no tiene manera de
presentarse por sí mismo ante mi conciencia, el mundo exterior no entra directamente
y se deposita por sí solo en mi conciencia, sino que su adquisición depende de
una posición activa por parte de mi conciencia para formar algo a partir de lo
que proviene de mis sentidos.
Mi conciencia, como sujeto individual, entra
en algún tipo de relación con los objetos en el mundo exterior. Esta relación
es el resultado de un proceso de adquisición del objeto por parte del sujeto,
pero en tal proceso el objeto, su substancia en sí, no carece de participación
activa pues las propiedades de tal substancia también determinan su relación
con el sujeto.
Por ejemplo: Al tomar agua fresca no es sólo
el sentido del gusto en el sujeto el determinante de la frescura, sino, que
depende si la substancia en sí del objeto posee tal propiedad. Sin embargo,
ocurren muchos otros detalles en el proceso de adquisición de las propiedades
de los objetos externos, y dar un salto para concluir que tales propiedades
provienen directamente de la substancia en sí de los objetos, y que por tanto
se justifica la afirmación de que conocemos los objetos externos de forma
directa, es un salto enorme e incongruente con un análisis filosófico serio.
Esos análisis son parte del propio indagar,
a partir de esta introducción a la Filosofía. A lo que han llegado los
filósofos es a una diversidad de posiciones a partir de las cuales se proponen
posibles soluciones a la cuestión de la posibilidad de tener acceso a la
substancia en sí de los objetos del mundo exterior.
El conocimiento es una relación tripartita
entre el sujeto cognoscente, la imagen mental formada por adquisición, y el
objeto conocido. La relación es una correspondencia recíproca, una correlación,
donde el sujeto lo es para su objeto, pero no a la inversa; es decir, en una
adquisición dada el objeto no puede ser sujeto, y a la inversa.
Esto persiste aun cuando la conciencia
reflexiva se da vuelta sobre sí para hacer adquisición de uno mismo como
objeto, para saber de mí, para la construcción del yo, para conocerme con un
poco más e precisión y exactitud que
antes de la auto-reflexión del ahora.
El conocimiento es también una mezcla de conocimiento
sensorial y conocimiento intelectual —son las representaciones internas mencionadas
en Lógica— por los que conocemos tanto objetos reales como objetos ideales.
Un objeto real es todo aquello proveniente
de la experiencia interna o externa, emociones, o que se pueda inferir de ella.
Los objetos ideales son los puramente
pensados, como los objetos de las matemáticas. Decir que tenemos conocimiento
acerca de cualquiera de estos tipos de objetos implica referirse a un objeto
que permanece independiente de la conciencia cognoscente, es decir que el
objeto es trascendente con respecto al sujeto —de otra manera no estaríamos
hablando de conocimiento sino de alucinación—.
El concepto de verdad se relaciona
estrechamente con el concepto de conocimiento. No hay tal cosa como
“conocimiento falso”, eso no es propiamente conocimiento sino error o ilusión.
Verdadero conocimiento es tan sólo el
conocimiento verdadero, es decir, en lo que todos entendemos como realidad.
Pero, ¿qué significa el concepto de verdad?
Hasta este punto, implica la concordancia de la imagen con el objeto, la
correspondencia entre la imagen mental formada por adquisición y el objeto
conocido. Pero ¿sobre qué basamos la posible certeza de dicha concordancia?
¿Qué sostiene la afirmación de la existencia real del objeto? Pues hasta ahora
tan sólo hemos señalado algunos rasgos del fenómeno del conocimiento, es decir
desde una perspectiva fenomenológica, pero la Fenomenología no dice nada acerca
de la existencia real de los objetos, tan sólo estudia la manera en que los
fenómenos se presentan ante la conciencia. Por lo que una teoría del
conocimiento debe incluir una posición acerca del criterio de la verdad.
Por los elementos individuales en la
relación tripartida del conocimiento se ha preguntado a la Psicología por el
lado del sujeto, a la Lógica por la imagen mental, y a la Ontología por el lado
del objeto. Las respuestas no han resultado satisfactorias, ya que se centran
en perspectivas parciales conocidas como el psicologismo, el logicismo, y el
ontologismo, respectivamente, sin ofrecer respuestas congruentes con lo
planteado en el fenómeno del conocimiento. Así, la Gnoseología se hace una
disciplina filosófica independiente con su propio objeto formal de estudio.
El panorama de estudio a la fecha en
Gnoseología no es tan simple como para decir que sólo hay un problema del
conocimiento, pues a lo largo del tiempo los filósofos han debatido
intensamente el tema y los análisis, rebates, y réplicas forman toda una
provincia muy poblada de estudio. Hay diferentes tipos de conocimiento y el
filósofo encuentra en ellos múltiples problemas. Además, conforme la humanidad
avanza en experiencias y la información científica nueva por analizar está cada
vez más al alcance de nuevos filósofos, éstos tienen oportunidad de formarse
una vista cada vez más amplia sobre la cual cimentar nuevos e inéditos
análisis.
Una dedicada lectura para el entendimiento, es
indispensable para penetrar en lo que algunas veces son densos argumentos. La
crítica del conocimiento es entonces un tratado que aún no está terminado.
El conocimiento humano es mucho más amplio y
complejo que lo revelado hasta ahora por el análisis filosófico, es una mezcla
no sólo de los sentidos y de la razón sino también de las emociones y los
sentimientos. La búsqueda de la verdad es rica, es intensa y abundante, no
carece de un carácter elusivo por el cual hasta la posición filosófica más
segura y presuntuosa de una época corre el riesgo de sucumbir en rotundo
ridículo ante la majestuosa fuerza y complejidad de la realidad. Ante lo cual
es prudente mejor tomar nota y continuar con esmero el buscar entenderla.
A continuación se mencionan algunas de las
diversas propuestas de solución a los problemas del conocimiento. Dentro de las
cuales es común encontrar una amplia gama de énfasis, peculiaridades y matices
que reflejan simplemente la diversidad de perspectivas con la que el ser humano
puede considerar un determinado asunto.
Cada mención a continuación será brevísima,
no se proporciona —por mucho— una justa presentación de los argumentos a favor
de cada posición filosófica debido a que hacerlo saldría del alcance de esta
ficha introductoria. Pero cabe mencionar que, por más que estas posturas no
coincidan con su ser y su manera de saber, las diversas posiciones filosóficas
mencionadas no han sido disparates de gente estúpida o extraviada en su pensar,
por el contrario.
Un grave tropiezo sería no tomar en serio el
fondo y el contexto de las diversas argumentaciones históricas, cuyo análisis y
contrastación pospondré para una mejor ocasión
LAS POSIBILIDADES DEL CONOCIMIENTO
Recordar que el sufijo “ismo” denota una
actividad, doctrina o sistema, interprestados como extremos.
Para que no existan confusiones, es
necesario explicar la etimología y el concepto de la palabra dogma:
En su origen del latín dogma, y este del griego δόγμα (pensamiento),
el término podía significar una norma o decreto emitido por una autoridad, o
una opinión característica de una escuela filosófica. Con el crecimiento de la
autoridad de la Iglesia Católica, la palabra adquirió el que ahora es su
significado más usual, dogma teológico o dogma de fe, del que derivan -por
analogía- el resto de los usos habituales
Un dogma
es, una proposición que se asienta por firme y cierta y como principio
innegable de una ciencia. Sin embargo, su sentido más común es el de una doctrina
sostenida por una religión u otra organización de autoridad y que no admite
réplica; es decir, es una creencia individual o colectiva no sujeta a prueba de
veracidad, cuyo contenido puede ser religioso, filosófico, social, etc.,
impulsado por una utilidad práctica.
La
enseñanza de un dogmatismo o de doctrinas, principios o creencias de carácter
dogmático se conoce como adoctrinamiento.
Según la Real Academia Española,
en su diccionario, un dogma
es un postulado
que se valora por su condición de firme y verídico y al cual se
reconoce como una afirmación
irrefutable frente a la cual no hay espacio para réplicas.
El
término es nativo del griego y su significado es doctrina u opinión fijada. En
filosofía el dogmatismo es la escuela que asegura que el ser humano a través de
la razón puede conocer la verdad absoluta, siempre y cuando utilice para ello
ciertos métodos y un orden preestablecido de investigación. Asegura que es
absolutamente posible el contacto entre sujeto y objeto de conocimiento.
La palabra dogmatismo proviene de una
palabra griega que significa: yo afirmo.
¿Es posible lograr el conocimiento de algo?
El dogmatismo contesta un sí rotundo, si están provistas determinadas
condiciones. Si tales condiciones no están provistas entonces se acepta a la
duda como la única posición racional de la conciencia. Esta es la posición del
dogmatismo moderado o también llamado dogmatismo racional.
El dogmatismo moderado es una posición
filosófica que se puede adoptar temporalmente, de manera provisional, de hecho
lo hacemos para lo que no está bajo examen crítico en ese momento, a manera de
andamio para avanzar en el análisis de algún otro aspecto de un asunto. Pero
con la promesa de regresar más tarde a revisar lo asumido dogmáticamente.
El dogmatismo exagerado afirma que el
sujeto, por medio de la pura razón, adquiere completa, adecuada y perfectamente
al objeto sin lugar a dudas, y que tal aprehensión incluye la realidad de la
existencia del objeto, y por tanto la certeza de su verdad es absoluta. Por lo
que para este tipo de dogmatismo no existe ninguno de los problemas del
conocimiento, y lo que se les sugiere evaluar para sí mismo el nivel de presunción
en tales afirmaciones.
Dependiendo en cuál área del conocimiento se
adopte esta posición y con cuánto énfasis se dogmatice una determinada
afirmación se puede hablar de dogmatismo teórico, ético, religioso, etc. Lo
mismo aplica para cualquiera de las siguientes posiciones en adelante.
El dogmatismo filosófico no tiene relación
con la aceptación de una verdad por el hecho de sernos impuesta por una
autoridad superior, esto último es el significado teológico del dogmatismo.
Para cerrar, el dogmatismo es la actitud epistemológica para la cual no existe el
problema de la posibilidad del conocimiento. Da por hecho que el sujeto puede
conocer sin dificultad al objeto. El dogmatismo, en el sentido epistemológico,
no se debe entender despectivamente. Es una actitud que no tuvo problema acerca
de la posibilidad del conocimiento y aceptó simplemente dicha posibilidad.
El dogmatismo, según lo
expresa Comte, lejos de tratarse de una posición ideológica es una actitud frente
a los conocimientos. Una persona que vive en una actitud dogmática, prescinde
de la crítica y el análisis para comprender las teorías, simplemente las asume
como reales o ciertas. Para ser más exactos podría ser catalogado, como un fundamentalismo intelectual, donde la razón realiza una
acción casi pasiva, una labor que no está ligada a la crítica.
Algunas palabras que derivan del
término son dogmatismo y dogmático.
Generalmente se utilizan, tanto como dogma, en un contexto religioso cristiano,
sin embargo estas palabras no son absolutas de esta religión, de hecho aparecen
en la mayoría de los credos y además pueden ser utilizadas desde un punto de
vista científico o
filosófico.
El dogmatismo es la
tendencia a establecer fórmulas que expresan conocimientos como verdades
imposibles de debatir, más allá de la investigación, la crítica y el intercambio de opiniones.
La política y la filosofía pueden adquirir un carácter dogmático, que termina
por defender ideas en forma acrítica y conformista.
La palabra escepticismo proviene de una
palabra griega que en su traducción significa: yo examino. Es decir mirar
detenidamente y con cautela. Así, el
escéptico es alguien que profesa duda o está en desacuerdo con lo que
generalmente está aceptado como verdad.
La palabra "Escéptico" viene del
griego skeptikoi; de skeptesthai que en griego significa examinar. La etimología
de esta palabra indica en su significado: "quien
duda e investiga".
Los filósofos
escépticos no creen en una verdad objetiva, porque todo es subjetivo,
dependiendo del sujeto que estudia y no del objeto estudiado.
Entonces, ¿es posible lograr el conocimiento
de algo? El escepticismo radical contesta un “no” rotundo. Pero al hacerlo, al
afirmar saber que no se puede lograr conocimiento alguno, entonces está negando
saber al menos eso. Por lo que cae en contradicción.
Mientras que el dogmatismo exagerado excluye
la acción del sujeto en el fenómeno del conocimiento, el escepticismo radical
excluye por completo la posibilidad del objeto. El escepticismo radical se
abstiene de hacer juicio alguno pues no existe ningún objeto al cual aplicar
dicho juicio —corresponde a cada uno de nosotros- evaluar para sí mismo el nivel de presunción
en tales afirmaciones, también aquí y en cada caso posterior.
El escepticismo metódico propone que tenemos
que dudar de todo a fin de llegar a la verdad, lo propuso René Descartes y es
parte de la posición por la que ahora existe la Ciencia.
El escepticismo metafísico o positivismo
propone que el conocimiento especulativo de la metafísica es imposible pues el
único conocimiento es el experimental. Es la postura iniciada por Augusto
Comte.
El historicismo, otro tipo de escepticismo,
propone que la verdad y el conocimiento dependen por completo de su época
histórica, el conocimiento sólo vale en el ciclo cultural al que pertenece.
El escepticismo parcial propone que no es
posible un conocimiento exacto, no es posible la certeza de concordancia con la
realidad, no es posible decir si una proposición es verdadera, tan sólo podemos
afirmar que es probable, no hay certeza rigurosa, sólo probabilidad.
El subjetivismo individual propone que la
persona sólo puede tener conocimiento de lo que experimenta directamente, es
decir, concede primacía a la experiencia subjetiva como fundamento de todo conocimiento;
en una forma extrema puede sostener que la naturaleza y la existencia de cada
objeto dependen únicamente de la conciencia subjetiva de quien lo experimenta.
Un subjetivismo general afirma que puede existir conocimiento compartido por
toda una sociedad o la raza humana completa, pero no hay conocimiento universal
válido para seres organizados de una manera diferente, o válido para otras
especies diferentes a la humana.
El relativismo propone que la realidad
carece de sustrato permanente y consiste en la relación circunstancial de
fenómenos particulares, por lo cual el conocimiento sobre conceptos tales como
el derecho y la injusticia, la bondad y la maldad, o la verdad y la falsedad no
son absolutos, sino cambian de una cultura a otra, de situación en situación.
La palabra pragmatismo proviene de una
palabra griega que significa: acción.
El pragmatismo o escepticismo pragmático
propone que un conocimiento es verdadero únicamente cuando funciona, es decir
cuando logra algo. Propone que verdadero significa útil, provechoso.
Al igual que el escepticismo, el pragmatismo
abandona el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el ser
y el pensamiento.
Pero a diferencia del escepticismo, avanza
proponiendo un nuevo significado para la verdad: la congruencia entre los fines
prácticos y los pensamientos, toda vez que estos se remitan en un beneficio
para la conducta práctica del hombre. Para el pragmatismo la persona no es
primariamente un ser pensante sino un ser práctico. El intelecto le es dado al
ser humano, no para indagar y conocer la verdad, sino para servir a sus
cualidades de voluntad y acción, para moverse en la realidad, y no para que
estas cualidades sirvan al intelecto.
El criticismo o realismo crítico se propone
como aquel método de filosofar que consiste en investigar las fuentes de las
propias afirmaciones y objeciones, y las razones en que las mismas se basan,
método que da la esperanza de llegar a la certeza.
El criticismo reconoce que el conocimiento
sensorial no es totalmente adecuado, también reconoce que su confianza en la
razón no es absoluta, por lo tanto desconfía de las afirmaciones provenientes
de la pura razón, le pide cuentas y nada acepta porque sí. No es dogmático ni
escéptico, sino que su actitud es reflexiva y crítica.
El criticismo representa la síntesis entre
la tesis y antítesis del empirismo y el racionalismo. El criticismo se presenta
como algo maduro en comparación con las posiciones anteriores: El primer paso
en las cosas de la razón pura, el que caracteriza la infancia de la misma, es
dogmático. El segundo paso es escéptico y atestigua la prudencia del juicio ya
instruido por la experiencia. Pero es necesario un tercer paso, el del juicio
maduro y viril.
Racionalismo
La palabra racionalismo viene del
latín "ratio" que significa razón. Es la concepción que ve en el
espíritu, la mente y el entendimiento, el fundamento de toda relación del
hombre con el mundo considerada esta relación como forma superior del pensar
humano.
El racionalismo entonces, es la absolutización de la razón, y se
da con mucha fuerza en la época moderna, aunque no surgió en este período,
porque desde mucho antes, se habían dado intentos en torno a la razón frente a
los hechos de la experiencia. Esta corriente se caracteriza por lo real, por
los conceptos o sistemas mentales y a la explicación de la ciencia en términos
lógicos. El hombre se presenta como animal pensante, con dignidad y atributos
de persona.
El racionalismo no es entonces una manera aislada de concebir la
realidad, sino que es ante todo la suma de lo sensible con los conceptos, o
mejor, a un concepto equivale una realidad. El hombre es presentado como animal
dotado de logos, razón; un animal capacitado para conocer.
La forma más antigua del racionalismo se encuentra en Platón. Este se halla convencido de que
todo verdadero saber se distingue por las notas de la necesidad lógica y la
validez universal. Platón junto con los eleáticos está penetrado de la idea de
que los sentidos no pueden conducirnos nunca a un verdadero saber, lo único que
le debemos a ellos es la "doxa" (opinión). Por ende, tiene que haber
un mundo suprasensible, o mundo de las ideas.
Este mundo no es meramente un orden lógico sino a la vez un orden
metafísico, un reino de esencias ideales,
metafísicas. Este reino se halla, en relación con la realidad empírica y
las ideas son los modelos de las cosas empíricas, las cuales deben su manera de
ser, su peculiar esencia, a su participación en las ideas. El centro de este
racionalismo es la teoría de la contemplación de las ideas, podemos llamar a
esta forma de racionalismo: racionalismo trascendente.
Así, el racionalismo propone a la razón
humana como la base omnipotente e independiente del origen del conocimiento;
por lo que la experiencia no es necesaria para obtener conocimiento, según los
racionalistas.
Lo atractivo del pensamiento matemático, con
su sorprendente precisión y exactitud proveniente del método deductivo de
razonamiento, cautivó a los racionalistas de tal manera que les hizo despreciar
a la experiencia como fuente de conocimiento. Concluyeron que sólo la razón
puede brindar conocimiento mientras que la experiencia sensible tan sólo puede
llegar a expeler meras opiniones. Debido al carácter universal y necesario del
conocimiento matemático concluyeron que lo proveniente de la experiencia
sensorial, siempre particular y contingente, no podría sostener ninguna verdad
y por lo tanto no era conocimiento, por lo que no podría ser otra cosa que una
mera opinión.
El racionalismo mantiene una relación muy
cercana con el dogmatismo —en particular con el dogmatismo religioso y
metafísico— al sostener la posibilidad de conocer la existencia real de
nociones puramente conceptuales, sin ningún rasgo experimental. Afirmaron que
desde su nacimiento el ser humano posee conceptos congénitos, ideas innatas que
no proceden de la experiencia. La teología dogmática, que se funda en la
filosofía racionalista, armonizó muy bien con esta posición filosófica para
fundar sus posiciones teológicas.
Me resulta interesante el pensamiento de
Rene Descartes (extraído de http://www.profesorenlinea.cl/universalhistoria/PensamientoHbreEvoluc/Racionalismo.htm):
1) El
problema cartesiano. Descartes
se encuentra en una profunda inseguridad, para él nada le parece merecer
confianza, nace así un "escepticismo" puesto que los sentidos nos
engañan, el pensamiento no merece confianza, se cae con frecuencia en el error.
Las únicas ciencias que parecen seguras, la matemática y la lógica. Empieza con
una filosofía totalmente cierta, de la que no se pueda dudar, y por ello se
sumerge en la duda:
"Hay que poner en duda todas las cosas,
si quiera una vez en la vida. No ha de admitir ni una sola verdad de la que
pueda dudar. No basta con que él dude realmente de ella; es menester que la
duda no quepa ni aún como posibilidad."
Descartes adoptó el
método de la duda en su pensamiento para sí construir la certeza ante la duda.
Así surgen tres cuestiones de la filosofía: el mundo, el hombre y Dios.
"Descartes no
quiere enseñar, sino descubrirse a sí mismo. Su problema surge de la necesidad
de orientación que siente cuando se da cuenta de que no posee ningún criterio
seguro para distinguir lo falso de lo verdadero. Si ha buscado sólo resolver el
problema propio, está cierto de que la solución que ha encontrado, no solamente
sirve para él, sino que vale para todos los hombres que poseemos razón."
a) La
duda. El
punto de partida de Descartes es la duda absoluta que exige suspender el asentimiento
a cualquier conocimiento aceptado comúnmente. "Dudar de todo y considerar
provisionalmente como falso, todo aquello sobre lo cual es posible la duda. Si,
persistiendo en esta postura de crítica radical, se alcanza un principio sobre
el cual la duda no es posible."
Para Rene Descartes, no
es posible el conocimiento sólo por los sentidos, pues ellos nos engañan. El
ejercicio de la duda se extiende a todo enunciado teórico.
b) El
método cartesiano. Descartes
se propone, a partir de su duda, encontrar una verdad segura y descubrir un
nuevo método racional en el que no se diese nada por supuesto sino que fuera
evidente por sí mismo. Intenta proponer una ciencia que sea de más fácil
comprensión a la mente sin llegar a imponerlo.
El método propuesto por
Descartes está baso en cuatro reglas:
1°
Evidencia. Trata de no
aceptar por verdadero nada que no se conozca clara y distintamente como tal,
evitando cuidadosamente la precipitación y los prejuicios, por tanto, es
necesario por el momento, de suspender el juicio.
2° Análisis. Consiste
en dividir cada una de las dificultades en el mayor número de partes posibles y
necesarias para resolverlas mejor, ya que una dificultad es un complejo en que
están mezclados lo verdadero con lo falso.
3° Síntesis. O
sea, comenzar con lo más fácil y simple para salir gradualmente hacia lo más
complejo. Es la unificación de las partes integrantes de un todo o del problema
que se está considerando, partiendo de lo más fácil a lo complejo.
4° Enumeración. O
sea, hacer un recuento integral y una revisión tan general que no pueda estar
seguro de haber omitido nada.
2) El
hombre. Para
Descartes, podemos dudar de todo, menos de nuestra existencia "pienso,
luego éxito". Le interesa además del ser ( sum ) el pensar (cogito) ya que
éste evidencia al ser.
"La esencia del
alma es el pensamiento. La prueba es la siguiente: todo cuanto puede sustraerse
a la idea de una cosa, permaneciendo intacta su esencia, no pertenece a la
esencia de la cosa. Puedo concebir la esencia de mi alma prescindiendo de mi
cuerpo. Pero no puedo concebirla si prescindo de mi facultad de pensar. Por lo
tanto el pensamiento es la esencia de mi alma."
Criterio
de verdad. A
Descartes le interesa el mundo; le interesan las cosas, pero se encuentra con
el subjetivismo y a partir de ello, encuentra que la verdad del cogito consiste
en que no puede dudar de él. Por que ve que tiene que ser así, porque es
evidente; y esta evidencia en la claridad y distinción que tiene esta idea. Ese
es el criterio de verdad: la evidencia.
"Descartes, a
pesar de su duda inicial, no sólo está convencido de la realidad del mundo
externo, sino que se sitúa plenamente dentro de la presuposición parmenidiana
de que el pensar y el ser se corresponden."
Si el cogito se me
impone como una certeza indudable, es porque es evidente, o mejor, es la
evidencia misma la transparencia absoluta de su existencia.
En este criterio se da
prioridad al pensamiento, pues se estatuye como regla, que es verdadero todo
aquello que yo percibo de modo claro y distinto. La verdad es asunto de la
mente, lo que se piensa clara y distintamente tiene que existir en la realidad.
Las propiedades de esta
idea clara son las siguientes:
Ø Intuición: Acto en que lamente se hace
transparente a sí misma.
Ø Indubitabilidad: Pues esa evidencia se impone a
la mente, lo cual se halla de modo pasivo.
Ø Infalibilidad: El error consiste en mezclar en
el juicio cosas subjetivas, en lo cual interviene la voluntad, el cambio, la
intuición es el acto exclusivo del entendimiento.
Ø Innatismo: O sea, que esas ideas nacen con
nosotros, Dios las imprime en el alma al crearlas.
3)
Dios. "Bajo
el nombre de Dios entiendo - dice Descartes – una sustancia infinita, eterna,
inmutable, independiente, omnisciente y omnipotente."
Dios es una cosa que
piensa y que tiene en sí la idea de todas las perfecciones. Es la primera idea
que no es causada por nadie ni necesita de otra idea para ser explicada.
Descartes sabe que existe, y lo sabe, porque penetra, de un modo claro y
distinto, su verdad. Es una verdad que se justifica a sí misma.
Para estar seguros de
la evidencia, para podernos fiar de la verdad que se muestra como tal con sus
pruebas claras y distintas en la mano, tendríamos que demostrar que hay Dios.
a) La
demostración de Dios. Descartes
prueba la existencia de Dios y la demuestra con argumentos de muy distinto
alcance. Dice: "Yo encuentro en mi mente la idea de Dios, es decir, de un
ente infinito, perfectísimo, omnipotente, que lo sabe todo, etc. Ahora bien,
esta idea no puede proceder de la nada, ni tampoco de mí mismo, que soy
infinito, imperfecto, débil, lleno de duda e ignorancia."
Descartes propone tres
argumentos de la existencia de Dios que componen un punto de partida subjetivo:
Primera prueba: El
"cogito" no encierra al hombre en su yo, sino que lo hace salir a una
realidad que está más allá. Es la demostración por casualidad, pero que parte,
no de cosas sensibles, sino de la idea de Dios, para pasar, de su contenido
representativo a su causa.
·
Segunda
prueba (Por mi finitud): Cuando se duda, se es finito; pero no sería posible
que mi naturaleza fuese tal cual es, finita y dotada de la idea de lo infinito,
si el ser infinito no existiera la idea de Dios es expresión y relación
inmediata.
·
Tercera
prueba: ( Argumentación ontológica) No podemos concebir la idea o la naturaleza
de la cosa, sin concebir al mismo tiempo sus propiedades esenciales. Cuando se
intuye la idea de Dios en la idea de un ser soberanamente perfecto e infinito,
en esa idea se intuye necesariamente la existencia, se intuye necesariamente
que el existir pertenece a la naturaleza verdadera e inmutable de un ser
semejante. Por lo tanto, Dios existe.
b) La
comunicación de las sustancias. A causa de que estamos engañados, y que nuestra mayor evidencia es sólo
error, quiere decir que las ideas no tienen verdad, son sólo "ideas".
"Conocí de ahí que yo era una sustancia cuya esencia o naturaleza toda no
es sino pensar, y que, para ser, no tiene necesidad de ningún lugar, ni depende
de ninguna cosa material; de suerte que este yo, es decir, el alma por la cual
soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo."
Descartes además define
a Dios como la única sustancia, pues es la única no creada, y todo lo demás ha
necesitado de ella para existir. La sustancia sería entonces algo que se
encuentra en mi, sustancia pensante que no podría alcanzar las otras cosas, concretamente,
la sustancia extensa que es el mundo. Este problema de la verdad y del
conocimiento, lo que llama Descartes "comunicación de las
sustancias", que resulta dificultosa partiendo del yo.
c) Res
cogitans ( Existencia del alma ). En el orden del ser finito, lo primero dado a nuestro conocimiento es
la sustancia del alma. "Sólo pueden dudar de la existencia del alma
aquéllos que no levantan su mente de las cosas sensibles y están acostumbrados
a no considerar en absoluto nada que no puedan someter a la imaginación."
Cuando el cogito se nos
da inmediatamente, la existencia de lo inmaterial, puede ya por esto mismo
asentarse la existencia del alma.
4) El
mundo.
1.La res extensa. El
mundo físico está determinado en Descartes por la extensión. El hecho de la
existencia del hombre, plantea la pregunta por el mundo, por conocerlo.
El mundo es simple
extensión; la física cartesiana es geometría, se limita a la realidad física
misma, materia y espacio es uno lo mismo, la espacialidad sería una cualidad de
la materia. El mundo se podría explicar por una serie de movimientos de
torbellino, y se desarrollará después de la creación de un mundo puramente
mecánico, así, el mundo una vez creado, se basta a sí mismo.
La palabra empirismo proviene de una palabra
griega que significa: experiencia; proviene de “empeiría”, que significa experiencia, y hace referencia a la
importancia que tienen los sentidos para el conocimiento humano.
En contraposición con el racionalismo los autores empiristas afirman:
El recurso a la experiencia de los sentidos
como único criterio de verdad. Esto significa que no debe aceptarse ninguna
tesis que no pueda ser verificada en la observación o en la experimentación.
Negación de las ideas innatas. No hay
conocimientos independientes de la experiencia, del dato sensible.
Actitud antimetafísica y admiración por las
ciencias naturales.
Negación de la posibilidad de un conocimiento
de validez universal y necesaria. La ciencia tiene un valor probabilística y
provisional.
El conocimiento sensible o experiencia es a
la vez el origen y el límite del conocimiento humano.
Entonces, se entiende que el empirismo es la
antítesis del racionalismo. El empirismo propone a la experiencia como el
origen único del conocimiento, el conocimiento procede del contacto directo con
la realidad, según esta posición. El ser humano no cuenta con ideas a priori,
al nacer está vacío por completo en el sentido intelectual, es como una hoja en
blanco, una tabula rasa, sobre la cual es la experiencia quien empieza a
escribir. Incluso los conceptos más generales y abstractos proceden de la
experiencia, pues la razón tan sólo es la facultad de ordenar y combinar los
datos de la experiencia.
El contexto de la época, los excesos del
racionalismo, dieron lugar a su antípoda que es el empirismo. Además, así como
los racionalistas se inspiraron por contemplar las matemáticas, así también los
empiristas se inspiraron por examinar y admirar los notables avances de las
ciencias naturales, donde la experiencia y la observación directa juegan un
papel predominante.
El empirismo mantiene una relación muy
cercana con el escepticismo —en particular con el escepticismo metafísico— al
sostener que todo conocimiento procede de la experiencia, sin ningún rasgo
racional. Afirmaron que el conocimiento humano está centrado por naturaleza
ente los límites del mundo empírico y que por lo tanto el conocimiento
suprasensible es imposible. Así se explica la postura escéptica de los
empiristas frente a las especulaciones metafísicas.
La palabra intelectualismo proviene del
latín “intellectus”, que significa entendimiento, es decir, leer interiormente.
El intelectualismo propone que
ambos aspectos, la razón y la experiencia, intervienen en la formación del
conocimiento, que sí es posible hacer juicios generales y necesarios cuyo fundamento
no sólo sean objetos ideales, de la pura razón, sino también objetos reales, de
la experiencia. Aunque su principal axioma es: no hay nada en el intelecto
que no haya estado antes en los sentidos, su diferencia con el empirismo
consiste en afirmar que, además de las representaciones sensibles, sí están
presentes los conceptos de manera innata y en combinación con la experiencia
forman la base del conocimiento.
El intelectualismo
socrático o intelectualismo moral socrático es aquel que identifica la virtud como el conocimiento. Según Sócrates, bastaba el conocimiento de lo justo (la autognosis) para obrar correctamente.
Según esta doctrina, las malas acciones son
producto del desconocimiento, esto es, no son voluntarias, ya que el conocimiento de lo
justo sería suficiente para obrar virtuosamente. Es decir, el intelectualismo
socrático es una teoría moral para la que la conducta moral sólo es posible si
se basa en el conocimiento del bien y la justicia.
Sócrates (470 al 399 a.C.) desarrolló la teoría del
intelectualismo moral partiendo de la base del dualismo antropológico, es
decir, a partir de la afirmación que el hombre está formado por una parte
material que es el cuerpo y una parte no material que es el alma, sin tener
ésta última un significado religioso y la vez siendo la parte más importante
del hombre - de ahí la frase “Conócete a ti mismo”-.
Por tanto, se da supremacía a los valores internos, y la salud del
hombre residirá en su alma. Esta salud será únicamente alcanzable a través de
la virtud (hacer lo correcto), la cual, a su vez, se alcanza mediante el
conocimiento (conocimiento de la verdad, no el conocimiento erudito). Es decir,
ser virtuoso conducirá a una conducta justa, la cuál llevará a la felicidad y
la satisfacción.
La tesis esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la
experiencia moral se basa en el conocimiento del bien. Sólo si se conoce qué es
el bien y la justicia se puede realizar el bien y la justicia.
El intelectualismo es una propuesta para
mediar el intenso antagonismo entre el racionalismo y el empirismo. Sin
embargo, esta posición gnoseológica ha sido desarrollada desde Aristóteles,
quien desde entonces buscó una síntesis entre el racionalismo y el empirismo.
Tomando la noción metafísica del Mundo de las Ideas de su maestro Platón la
trasladó hacia el interior de los objetos, como la forma esencial o núcleo
racional de las cosas, las cuales están envueltas por un conjunto de
propiedades empíricas. En el escolasticismo de la Edad Media, basándose en el
trabajo de Aristóteles, Tomás de Aquino declara que el conocimiento de los
principios se nos da por medio de la experiencia.
La noción de apriorismo proviene del latín “a
priori” que significa “antes de comenzar”, es decir “antes de razonar” y se
halla ligada a la de a posteriori. Un simple acercamiento al significado del
vocablo indica una relación de anterioridad, frente a la secundariedad del
segundo término.
Desde el punto de vista filosófico, estos
términos tienen unos significados paralelos a los de lenguaje vulgar. Pero,
siguiendo la tradición filosófica, se puede desarrollar su estudio bajo un doble
punto de vista: lógico y, principalmente, gnoseológico.
Aspecto lógico. Lógicamente hablando, el
término a priori se encuentra entrelazado con la teoría de la demostración.
Cuando Aristóteles explicaba que la demostración es un silogismo que produce
ciencia, ya está planteando la temática del conocimiento por causas, único
conocimiento con valor científico.
Aspecto gnosceológico: Desde el punto de vista gnosceológico el apriori viene ligado al concepto al concepto de razón, independiente de la experiencia, y al hecho de ser una forma necesaria que hace posible el conocimiento.
El apriorismo es otro intento de
mediación entre el racionalismo y el empirismo, pero en sentido contrario al
del intelectualismo, mientras que este último tiende al empirismo aquel primero
tiende al racionalismo. El apriorismo también considera tanto a la razón como a
la experiencia como fuentes del conocimiento, pero como el racionalismo
enfatiza la presencia de elementos a priori, es decir antes de la experiencia,
en nuestra manera de conocer. Su diferencia con el racionalismo consiste en
afirmar que las conceptualizaciones a priori
son estructuras o formas de conocimiento pero permanecen
“vacías” mientras no sean “llenadas” por medio de la experiencia. Uno de sus
principios fundamentales dice: Los conceptos desprovistos de las
intuiciones están vacíos; las intuiciones son ciegas sin los conceptos.
Tal concepto del apriorismo aparenta
coincidir con el intelectualismo aristotélico-escolástico, pero la relación
entre la razón y la experiencia es por completo diferente. Mientras que el
intelectualismo afirma que todos los conceptos derivan de la experiencia, el
apriorismo rechaza esta afirmación y considerar justo lo contrario, que los
conceptos a priori no provienen de la experiencia sino que son de índole
racional. Immanuel Kant es considerado el fundador del apriorismo pues su
filosofía se caracteriza por la síntesis entre racionalismo y empirismo, en la
cual el conocimiento procede de la experiencia pero el orden proviene del
pensamiento racional. Con la experiencia obtenemos representaciones sensibles
sin un orden que les dé congruencia, es a través de la razón que tal caos
desaparece por medio de las doce estructuras o formas o categorías del
pensamiento propuestas por Kant. Por ejemplo al relacionar dos experiencias
mediante la categoría de la causalidad, considerando a un hecho como causa y a
otro como efecto, estableciendo entre ellos una relación causal.
La conciencia cognoscente, explica el
apriorismo, elabora de esta manera el conjunto de sus objetos, sí con base en
la experiencia, pero con las estructuras o categorías propias de la razón. Las
cuales están presentes de forma inherente a la razón, se encuentran a priori en
la razón, es decir, estas categorías no se derivan de la experiencia.
ESENCIA DEL CONOCIMIENTO:
¿Cuál
es la esencia del conocimiento?
La
propuesta hasta este punto ha sido que el conocimiento es una relación entre el
sujeto y el objeto, por lo que la esencia fundamental del conocimiento se
observará al discernir los detalles de tal relación. ¿Cuál planteamiento o
combinación de planteamientos refleja lo que ocurre durante la adquisición de
conocimiento?
Los
análisis han sido hechos desde diferentes perspectivas. Existen análisis
pre-ontológicos, es decir pre-metafísicos, donde no se dice nada acerca del
carácter ontológico del sujeto y el objeto, es decir de su existencia
trascendental o su permanencia independiente del uno con respecto del otro.
Dichos análisis se llaman objetivistas si presentan un punto de vista
favorable al objeto, o se llaman subjetivistas en el caso contrario —en
un sentido diferente a la posición subjetivista de posibilidad del conocimiento
anteriormente mencionada.
Por
otro lado, si se considera el carácter ontológico del sujeto y el objeto,
entonces contamos con análisis donde se admite la existencia de todos los
objetos como entes ideales, es decir puramente mentales, con lo cual estamos en
el terreno del idealismo. En la otra dirección contamos, también, con análisis
que juzgan que, además de los objetos ideales, existen objetos reales y
entramos en el terreno del realismo. A partir de esas posiciones básicas
suelen derivarse una variedad de corrientes críticas.
Otra
manera de proponer soluciones a la cuestión del sujeto y el objeto es
encumbrándose al principio último de todas las cosas, a una idea de lo
absoluto, para definir desde ahí la relación entre el pensamiento y el ser. Los
análisis de este tipo entran en el terreno de la Teología, el cual en esta
ocasión no trataremos.
Considero
importante destacar desde mis propias convicciones que hay una frasecita muy
peligrosa que te aconseja mantener una “mente abierta”. Este es un término muy
ambiguo – como demostrado por un hombre que una vez acusó a un famoso político
de tener una “mente ampliamente abierta”. El término es un anti-concepto. Por
“mente abierta” se entiende normalmente una actitud objetiva e imparcial hacia
las ideas, pero se usa como una llamada al escepticismo perpetuo, a no mantener
convicciones firmes y a no otorgarle validez a nada.
Por “mente cerrada” se entiende normalmente
la actitud de un hombre imperturbable a ideas, argumentos, hechos y lógica, que
se aferra testarudamente a alguna mezcla de premisas injustificadas, frases de
moda, prejuicios primitivos – y emociones. Pero esto no es una mente “cerrada”,
es una mente pasiva. Es una mente que ha rechazado (o nunca ha adquirido) la
práctica de pensar o juzgar, y se siente amenazada por cualquier solicitud a
considerar cualquier cosa.
Lo que la objetividad y el estudio de la
filosofía requieren no es una “mente abierta”, sino una mente activa, una mente
capaz y deseosa de examinar ideas, pero de examinarlas de forma crítica. Una
mente activa no le concede el mismo status a la verdad y a la falsedad, no
permanece flotando para siempre en un vacío estancado de neutralidad y de
incertidumbre; al asumir la responsabilidad de juzgar, alcanza convicciones
firmes y las mantiene. Al ser capaz de demostrar sus convicciones, una mente
activa consigue una certeza impregnable – una certeza sin manchas de fe ciega,
aproximaciones, evasiones y miedo.
En
Gnoseología, y sin decir nada acerca de la existencia trascendental del sujeto
y el objeto, el objetivismo afirma que, en la relación sujeto
cognoscente y objeto conocido, el objeto es el que determina al sujeto, que el
objeto se presenta a la conciencia como algo acabado, ya definido, y por lo
tanto el sujeto recibe de manera pasiva, sin aportar nada, las propiedades del
objeto.
Platón
fue quien primero propuso que las esencias, la más abstracta concepción de los
objetos, permanecen en un estrato suprasensible. Tal estrato contiene la
esencia del objeto o substancia real. Desde ahí los objetos proyectan su
esencia al mundo sensible. Por medio de la percepción es que captamos tales
esencias en el mundo sensible, mientras que la substancia del mundo
suprasensible sólo puede ser descubierta por un proceso no sensible de
abstracción.
Los
elementos básicos de la teoría de Platón se recogen actualmente en la
Fenomenología de Edmundo Husserl, la cual se relaciona con disciplinas como las
hermenéuticas filosóficas de Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer, y fundan a
la hermenéutica contemporánea. Sin embargo, la Fenomenología no va tan lejos
como la teoría platónica. Husserl recupera el estrato suprasensible que
contiene a la esencia de los objetos y ahí se detiene, como final del camino;
en tanto que Platón avanza incluso hasta atribuir un carácter metafísico a las
esencias.
La
Fenomenología se limita a estudiar y describir el fenómeno del conocimiento
humano, sin decir nada acerca del criterio de verdad o de la existencia real de
lo descrito. Para el fenomenismo sólo importa la manera en que los fenómenos se
presentan ante la conciencia, es decir sólo importan las apariencias sin
considerar aquello que causa tales apariencias. El fenomenismo
ontológico dice que sólo existen fenómenos, el fenomenismo
epistemológico dice que sólo podemos conocer los fenómenos.
En
síntesis para entender, el objetivismo es una tesis filosófica relativa a la
verdad, y, por lo tanto, al modo de conocer el mundo. Considera que la verdad
es independiente de las personas que la piensan, que el hecho de que una
proposición, teoría o creencia relativa al mundo sea verdadera no depende ni de
los motivos psicológicos que pueda tener la persona o el grupo que la proponga,
ni de los mecanismos o procesos que puedan estar presentes en nuestro cuerpo o
nuestra mente cuando la alcanzamos, ni de los factores culturales, sociales o
históricos que hayan podido influir para que alguien pueda pensar dicha
proposición, teoría o creencia. El objetivismo considera que la verdad es una y
la misma para todos. Esto no quiere decir que quienes defiendan este punto de
vista tengan que considerar que ya de hecho hemos alcanzado dicha verdad. Se
puede defender el objetivismo y a continuación mantener que el hombre aún no ha
alcanzado el conocimiento. El objetivismo o absolutismo epistemológico es la tesis
opuesta al relativismo. En la filosofía griega el representante más importante
de esta teoría es Platón.
El subjetivismo es una doctrina epistemológica que limita la
validez del conocimiento al sujeto que conoce y juzga.
En
Gnoseología, y sin decir nada acerca de la existencia trascendental del sujeto
y el objeto, el subjetivismo afirma que, en la relación sujeto
cognoscente y objeto conocido, el sujeto es el que determina al objeto, que en
el sujeto reside todo el conjunto de principios del conocimiento y que del
sujeto depende la verdad del mismo, y por lo tanto el objeto es pasivo en la
adquisición de sus propiedades por parte del sujeto.
Al
contrastar vemos que para el objetivismo el objeto es el núcleo de todo
conocimiento, el estrato objetivo de las esencias es la base sobre la que
descansa toda la estructura del conocimiento. En el lado opuesto, el
subjetivismo afirma que el estrato de las esencias está en el sujeto mismo pues
su acción cognoscente sustenta al objeto. La verdad ya no se fundamenta en el
mundo de las esencias suprasensibles, sino en la conciencia del sujeto.
Es
importante precisar que esta posición filosófica propone una interpretación
particular de sujeto, no como un sujeto individual y concreto, sino como un
sujeto de índole superior o suprema. Por lo que, según esta posición, la llave
hacia el conocimiento ya no es enfrentarse directamente ante el mundo de los
objetos sino conectarse con tal sujeto supremo.
El subjetivismo es la postura filosófica que toma como factor primario para
toda verdad y moralidad a la individualidad psíquica y material del sujeto particular,
siempre variable e imposible de trascender hacia una verdad absoluta y
universal. El subjetivismo limita la validez de la verdad al sujeto que conoce
y juzga principalmente según su entendimiento y en consideración a su realidad
específica (entorno e interacción social) entendida no como un hecho
"externo" sino como parte constitutiva del sujeto, es decir, afirma
que el conocimiento solo es posible de manera limitada.
Entonces, subjetivismo
es toda aquella tendencia que en filosofía valore al sujeto observador como lo
fundamental en cualquier proceso de pensamiento y haga depender de él, en mayor
o menor medida, la ontología -el ser- de las cosas. Dentro de una definición
por opuestos puede decirse también que el subjetivismo es lo contrario del
objetivismo, si el objetivismo entiende que las cosas son externamente válidas
o reales por sí mismas con independencia del observador o su experiencia el
subjetivismo niega esto.
El concepto de realismo permite identificar a
la manera de contar, presentar, considerar o percibir lo que ocurre tal como
sucede. A raíz de esto se puede decir que la postura realista tiene la particularidad
de evitar exageraciones: sólo narra los acontecimientos concretos.
Por ejemplo: “Miremos la situación con realismo: el paciente está grave, pero estamos
trabajando para salvarlo” es una frase que hace
referencia al estado de salud de una persona. Si consideramos que dicha
gravedad es comprobable, expresiones como “No tiene nada, en unos días vuelve a casa” (minimiza
la gravedad) o “Ya está perdido, no se puede hacer nada” (exagera la realidad) no son
realistas.
Cabe resaltar que el realismo también
identifica una doctrina filosófica que se caracteriza por resaltar la
existencia objetiva de los conceptos de carácter universal. Desde la
perspectiva de la filosofía moderna, el realismo
constituye un saber basado en la idea de que los objetos que pueden percibirse
a través de los sentidos poseen una existencia que resulta independiente
respecto de ellos mismos.
En
Gnoseología, y haciendo una afirmación acerca de la existencia trascendental
del sujeto y el objeto, el realismo afirma que el objeto existe en la
realidad y de manera independiente de la conciencia cognoscente, y es el objeto
el que determina sus propiedades en el sujeto.
El realismo
ingenuo es el realismo del sentido común o acrítico, el cual no conlleva
ninguna reflexión crítica acerca del conocimiento, es aquella posición en la
cual no existe ningún problema en el conocimiento, ni en la relación del sujeto
y el objeto. Tampoco hace distinción alguna entre la percepción, como objeto de
la conciencia —la imagen mental—, y el objeto percibido. Mantiene la creencia,
con completa convicción, que las cosas son exactamente como las percibe. Ignora
que las cosas no son dadas en sí mismas sino sólo como contenidos de la
percepción. Identifica la imagen mental con los objetos y se precipita al
atribuir a estos las propiedades de aquella.
El realismo
natural distingue por separado el contenido de la percepción y el objeto,
sin embargo afirma que los objetos corresponden exactamente a los contenidos de
la percepción. Para el realismo natural resultaría una tontería suponer la idea
de que la sangre no fuese roja o que la azúcar no fuese, realmente, dulce.
El realismo
crítico afirma que no todas las propiedades presentes en el contenido de
la percepción están en el objeto. Las propiedades percibidas del objeto pueden
ser subjetivas —es decir dependen de la conciencia— y surgir como resultado de
estímulos externos sobre los órganos de nuestros sentidos que son interpretados
como reales por la misma conciencia, pero sin serlo. Adicionalmente, el
realismo crítico afirma que el objeto puede poseer elementos causales por los
cuales se explique la aparición de las propiedades en la percepción.
Idealismo proviene del griego idea, “forma” o
“apariencia”; ismo = doctrina o pensamiento. Se llama
idealismo a toda doctrina, y a veces simplemente a toda actitud, según lo cual
se supone que deben dirigirse las acciones humanas, son los ideales
realizables, el idealismo es un sistema filosófico que considera a la idea como
el principio del ser y del conocer.
1.
Está la primacía del yo o de la conciencia como centro de
toda experiencia .
2. Reconoce
la existencia de Dios como el fundamento último de todo lo real
3. Rechaza
totalmente el materialismo y reduce toda la realidad a ideas percibidas por un
espíritu.
4.
Ve en Dios la causa última
de nuestro conocimiento sensible.
5.
Sostiene que el hombre
virtuoso es aquel que trasciende del mundo sensible para reconocer el mundo
inmutable y eterno de la idea .
6. La
razón humana como el único instrumento para trascender del mundo sensible y lograr
el verdadero conocimiento.
7. De
que todo saber filosófico debe partir del análisis de la interioridad del Yo.
La principal objeción al
idealismo es que sólo admite lo que se existe en el mundo de las ideas, suelen
admitirse los conceptos de política idealista y realista sin demasiada critica
y de modo muy simple, como indicadores de posiciones absolutas que se valoran
de modo diverso según la idea del hombre y del estado ya que lo utilizas.
En Gnoseología, y haciendo una afirmación
acerca de la existencia trascendental del sujeto y el objeto, el idealismo
afirma que el objeto no existe por sí mismo, independiente de la conciencia
cognoscente y que por lo tanto sólo existen los objetos de la conciencia, como
las imágenes mentales y los sentimientos, y los objetos ideales propios de la
lógica y las matemáticas.
El idealismo
subjetivo, también llamado idealismo psicológico, afirma que toda la
realidad se encuentra encerrada en la conciencia del sujeto, que los objetos al
dejar de ser percibidos dejan de existir.
Por ejemplo,
“el vaso con agua en mis manos no es más que un conjunto de sensaciones
visuales y táctiles”. “Un golpe sobre la mesa no prueba nada más que la
capacidad de nuestra conciencia para procesar sensaciones táctiles y auditivas”.
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