miércoles, 17 de septiembre de 2014

MERCEDES SANCHEZ

Material elaborado con fines didácticos
Lidia Fernández  INSTITUCIONES EDUCATIVAS CAPÍTULO 1
El concepto de institución
La literatura especializada nos acerca diferentes significaciones para el término “Institución”. Las diferencias llegan a ser tales que muchos autores proponen abandonar el vocablo acusándolo de provocar confusión y sembrar ambigüedad. A pesar de esta propuesta y tal vez por la conciencia de que un término no en responsable de la ambigüedad que deriva de un fenómeno complejo y poco conocido, el término se sigue usando y los que deseamos incursionar en los avances de este campo debemos disponernos a lidiar con él.
En gran cantidad de obras -y en verdad en su sentido clásico- el término se utiliza para aludir a ciertas normas que expresan valor— altamente “protegidos” en una realidad social determinada. En general tienen que ver con comportamientos que llegan a formalízarse en leyes escritas o tienen muy fuerte vigencia en la vida cotidiana. La familia, el matrimonio, el intercambio, la propiedad privada, la propiedad colectiva, la paternidad, el tabú del incesto son, en este sentido, instituciones.
"Institución" se utiliza entonces como sinónimo di regularidad social, aludiendo a normas y leyes que representan valores sociales y pautan el comportamiento de los individuos y los grupos, fijando sus límites.
En este sentido, son instituciones la norma constitucional que establece la libertad y el derecho de enseñar y aprender, los programas vigentes; la ley de escolaridad primaria obligatoria: la norma pedagógica que define los requisitos de promoción de un alumnado; la norma social por la cual en una población rural el director de la escuela local forma parte del grupo de notables cuyo juicio marca dirección en las acciones de interés comunitario; aquella otra norma no escrita por la cual el tumo tarde de los escuelas opera como “recolector” de fracasos escolares “constatados” (los repetidores!) y de aquellos destinados al fracaso por cualquiera de las características que una comunidad “fija" sin decirlo, como impedimento para el éxito escolar; o aquella otra por la cual "se sabe" que los directivos varones tienen mayor predicamento y son mas eficientes que las mujeres cuando de adolescentes se trata...

Alrededor de estas normas-instituciones se genera habitualmente una cantidad importante de producción cultural que las explica y fundamenta.
Obviamente la penetración y la influencia de estas instituciones en la vida de los individuos, y los grupos varían según el tipo de institución y según la ubicación del sujeto respecto de ellas. Es sabido que las instituciones universales para un grupo social pueden soportar , si estos cumplen determinadas condiciones, así es sabido que hay sujetos sociales a los que “no se perdona” el incumplimiento de ninguna norma.
En este sentido cabe recordar que el individuo actúa siempre dentro de grupos y organizaciones y que ellas sufren el efecto de dos tipos de regulaciones. Unas provienen de instituciones externas vigentes en el sistema mayor y entran en el grupo o la organización moldeando sus condiciones de realidad. Otras provienen de instituciones internas resultantes de acuerdos consolidados en la vida cotidiana y pueden modificar el modo en que operan las instituciones además dentro del grupo u organización, o aun salir de sus límites provocando modificaciones en su versión general.
En otra cantidad de obras el término “institución” se reserva para hacer referencia a  organizaciones concretas -una escuela, una fábrica, un hospital- en las que se cumplen ciertas funciones especializadas con el propósito de concretar las acciones-valores aludidos con la acepción anterior del término. “Institución” se utiliza entonces, como sinónimo de establecimiento, alude a una organización con función especializada que cuenta con un espacio propio y un conjunto de personas responsables del cumplimiento de determinadas tareas reguladas por diferentes sistemas. En cierto sentido cada tipo de establecimiento configura el momento particular de una norma universal. Así un club, una iglesia, una empresa, son concreciones particulares de la organización del ocio, la religión, la producción como instituciones universales.
La experiencia me lleva a exponer que  la investigación y la práctica han ido paulatinamente demostrando que el hecho de pertenecer a un tipo de institución particular -ser todos hospitales, por ejemplo, no hace al establecimiento idéntico al resto.
Los grupos humanos que conforman la comunidad de un establecimiento hacen una versión singular de los modelos y las normas generales. Para lograrlo, utilizan como “materia prima” las instituciones en sus modelos universales, pero los transforman a través de un proceso en el que van imprimiendo significaciones, símbolos, normas y valores provenientes de su historia institucional y del modo en que responden a sus condiciones objetivas y como estas las afectan.
El descubrimiento de la idiosincrasia de cada establecimiento es reciente y aun resistido. Tendemos a explicar nuestras características y dificultades por el tipo de institución al que pertenece la organización en la que trabajamos, y dejamos oculto así el grado en el que como individuos y miembros de grupos incidimos en ella. El intento de discriminar variables relacionadas con la “unicidad” de cada establecimiento institucional es reciente y resulta muy resistido por todas las tendencias fuertes en la historia de nuestro país y nuestra educación-, que ven en la homogeneización de las acciones el único modo de "lidiar" con una realidad compleja que parece escapar a nuestro control.
Otro aspecto nos lleva al término “institución” con los significados y alude con el a la existencia de un mundo simbólico en parte consciente, en parte de acción inconsciente, en el que el sujeto humano “encuentra” orientación para entender y decodificar la realidad social.

Estos significados están adscritos a diferentes aspectos de la realidad como efecto o como parte de las racionalizaciones que encubren total o parcialmente ciertas condiciones sociales o ponen orden a las relaciones del nombre con la naturaleza y con los otros hombres.
La resistencia de estas significaciones a los intentos de modificación, su fuerza e importancia parece relacionarse, por lo menos en parte, con la índole del material con que se elaboran y por el refuerzo que reciben de la amplitud del consenso que las avala.
Con respecto al primer aspecto, parece haber suficiente evidencia para suponer que “anclan” o se apoyan en material proveniente de imágenes fantasías y conflictos experimentados en etapas muy tempranas. En ellas, el bebe humano, indefenso y extremadamente dependiente, esta sometido a emociones, ansiedades y temores de una intensidad que sólo conoce el adulto en situaciones límites. Aún cuando la maduración y el desarrollo permiten un mejor manejo de los estímulos, estas primeras experiencias permanecen como “molde” al que la experiencia parece recurrir en circunstancias especiales.
Cabe preguntarse por que los instituciones sociales podrían movilizar estas experiencias hasta el punto de hacerlas actuales y disponibles para asociarse con los significados que a través de ellas procuran ser cristalizados. La respuesta no es difícil si advertimos que estas instituciones son las que, al marcar lo permitido y lo prohibido, muestran al individuo el poder y la  autoridad de lo social, el riesgo y la amenaza implícita en la trasgresión, el beneficio y el reconocí míenlo de la obediencia.
Frente a “lo social”  en todo su poder, el individuo se experimenta tan indefenso como un niño pequeño frente a la amenaza de abandono de sus padres o como un primitivo ante las fuerzas desatadas de la naturaleza. El rechazo, el ostracismo, la punición que el grupo, la sociedad del poder constituido pueden infligir al individuo son tan dolorosos y temidos que no es raro que evoquen aquellas experiencias primarias de temor e indefensión.
El convencimiento de la impotencia frente a una discriminación injusta: el pánico ante la exposición a que se ve sometido en un examen; la sensación de peligro que puede provocar la mera presencia de un supervisor; la sensación de “estar a resguardo” que despierta la aprobación de alguien investido de autoridad, pueden utilizar como impronta sensaciones y fantasías antiguas elaboradas frente a las primeras figuras “poderosas” de las que se dependía y pueden, además, ser reforzadas por un consenso social a través del cual las instituciones (entendidas aquí como significado)  dirigen el comportamiento de los individuos hacia la aceptación de, por ejemplo, ciertos modelos de autoridad. Los distintos autores definen estas significaciones como una dimensión que el sujeto hace suya a través de los procesos de socialización temprana, y luego completa y consolida en los de socialización profesional y política.
Sin embargo, es necesario señalar que si bien las instituciones en su aspecto de lo institucional, lo instituido, configuran la trama de sostén de la vida social y el andarivel por el que transcurre el crecimiento de los individuos, inevitablemente se “topan”, se confrontan y entran en “lucha” con los desvíos que conforman el cuestionamiento y la posibilidad da concreción de lo instituyente.
A lo largo de los apartados y los capítulos que siguen, la polisemia del término se irá perfilando con mayor nitidez.  Al mismo tiempo podremos ver con mayor claridad la complejidad de los fenómenos a los que alude. En este punto basta que fijemos la atención en que la vida social en todas sus manifestaciones -el individuo, los grupos, las organizaciones, las comunidades-, está atravesada por instituciones que expresan los sentidos con que una cultura determinada codifica las relaciones de los hombres entre sí y con la realidad natural y social.

NOTAS PERSONALES:





Frigerio, G., Poggi, M. y Tiramonti, G.  Las instituciones educativas.  Cara y ceca.  Troquel, Buenos Aires, 1992
(Ficha bibliográfica)
ELEMENTOS PARA SU GESTIÓN
Capítulo I: Tiempo para un saber y un hacer en las escuelas.
(Frigerio, G. y Poggi, M.)
Un saber sobre las escuelas.
Cada miembro de nosotros directivos, docentes, etc., tiene un “saber” acerca de las instituciones escolares.  Ese saber parcial organiza nuestras representaciones acerca de lo escolar, es decir la óptica con que miramos las instituciones educativas.  Percepciones personales, intuiciones y marcos de referencia nutren nuestra lectura parcial de la cotidianeidad escolar.  A partir de esta lectura, tomamos decisiones, organizamos nuestras actividades y prácticas pedagógicas basándonos en ese saber.

La agenda: un organizador de la cotidianeidad.
La agenda es el elemento clave de la gestión institucional.  Puede entenderse como una memoria de nuestra gestión y constituye un analizador institucional y de nuestras prácticas.
La agenda puede ser leída como una fuente de datos para cada uno de nosotros en la búsqueda de un saber acerca de nuestras instituciones y acerca de nuestro desempeño de ellas.

Algunas categorías para analizar el analizador: las dimensiones del campo institucional, al tipo y el carácter de las tareas.
Campo es el conjunto de elementos coexistentes e interactuantes en un momento dado.  Es dinámico, se reestructura y modifica permanentemente.
Dentro de un campo se diferencian distintas subestructuras que se denominan dimensiones.
Se distinguen cuatro dimensiones:
Dimensión organizacional:
Dimensión administrativa:
Dimensión pedagógico-didáctica:
Dimensión comunitaria:
Es el conjunto de aspectos estructurales que toman cuerpo en cada establecimiento educativo determinando un estilo de funcionamiento.  Dentro de esta dimensión se consideran los aspectos relativos a la estructura formal (distribución de tareas y división del trabajo, organigrama, uso del tiempo, etc.) y los relativos a la estructura informal (modo en que los actores institucionales encarnan las estructuras formales).
1.              
Se refiere a las cuestiones de gobierno.  Un administrador es un planificador de estrategias para lo cual deberá considerar los recursos humanos y financieros y los tiempos disponibles.

Hace referencia a las actividades que definen la institución educativa, diferenciándola de otras instituciones sociales.  Su eje fundamental lo constituyen los vínculos que los actores construyen con el conocimiento y los modelos didácticos.

Se refiere al conjunto de actividades que promueven la participación de los diferentes actores en la toma de decisiones y en las actividades del establecimiento y de representantes del ámbito en el que está inserto el mismo.


Otro modo de analizar información de la agenda consiste en medir el tiempo dedicado a cada dimensión según las dos categorías de tareas: previstas e imprevistas.  Dentro del segundo grupo se puede distinguir entre aquellas no previstas pero previsibles.
La agenda nos da pistas sobre la relación entre el uso del tiempo y las prácticas institucionales cotidianas.  Algunas de las preguntas siguientes pueden orientarnos en nuestra reflexión.  ¿A qué se le da prioridad? ¿Qué actividades privilegiamos? ¿Qué actividades descuidamos? ¿Qué mejorar en nuestro uso del tiempo para mejorar nuestra gestión?, etc.
Puede ocurrir que constatemos que una de las dimensiones ocupa todo nuestro tiempo.  Esto requiere un reconocimiento ya que podemos dedicar la mayor parte del tiempo a una de las dimensiones, a condición de asegurarnos que hemos delegado las actividades de las otras dimensiones a otros sectores.
Se puede ampliar la mirada a la agenda anual.
Cada uno de quienes desempeñan diferentes roles de conducción podrían efectuar una previsión, distribución y organización de las tareas que les compete realizar a lo largo de un ciclo anual.  Presentamos un ejemplo de cuadro agenda:
Cuadro/agenda: algunas tareas del director en la dimensión organizacional-cronograma tentativo.


P: programación.
P/D: puesta en marcha y delegación.
C: coordinación.
R: realización.
A: asesoramiento.
S/E: seguimiento y evaluación.



TAREAS
M
2
M
3
M
4
M
5
M
6
M
7
M
8
M
9
M
10
M
11
M
12
Reunión con el personal para establecer acuerdos sobre tareas anuales, cronogramas, etc.
P
C



S
/
E




S
/
E

Registro de los acuerdos, elaboración de una ficha de síntesis y distribución.

P
/
D









Promoción de acciones tendientes a la elaboración de la planificación anual.
C
R
P
/
D


S
/
E


D
/
E


S
/
E
P
P
Análisis de la relación tareas-roles y re-asignación de espacios y tiempo.
P
R







S
/
E

Reuniones con los coordinadores de área para el desarrollo de la programación del área.
P
C

C

C

C

C

C
S
/
E


Capítulo II
La dimensión organizacional: el equipo de conducción del establecimiento escolar.
(Frigerio, G. y Poggi, M.)
Composición e interacciones del equipo de conducción del establecimiento escolar.
El director y el vicedirector conforman un equipo, el cual puede estar previsto en el organigrama, pero además conforman una “unidad funcional” que supone una diferenciación de tareas y funciones como así también de responsabilidades.
Desde el punto de vista de la normativa, en algunas se discriminan ambos roles asignado al director la mayor responsabilidad en las dimensiones organizacional y administrativa, y al vicedirector la responsabilidad en los aspectos pedagógico.  La dimensión comunitaria no es habitualmente atribuida a ninguno de los roles de conducción.
El director debe constituirse en el coordinador general de la institución, y debe ocuparse y ser responsable por las cuatro dimensiones del campo.  El vicedirector podría seguir ocupándose principalmente de la dimensión pedagógico-didáctica.
Si realmente constituyen una unidad funcional deberían diferenciar las tareas y responsabilidades en relación con las trayectorias personales, los saberes pedagógicos y disciplinarios específicos, su historia en la institución y otros aspectos que hacen a los temas o áreas en las que uno y otro es experto.
Un encuadre organizador del trabajo supone que el director y el vicedirector, luego de inventariar los distintos saberes, establecen acuerdos sobre las tareas de uno y otro, los grados de responsabilidad de cada uno, posibles delegaciones de tareas y determinación de la responsabilidad en el control de las mismas.  Este acuerdo debe ser evaluado y reformulado luego de un período determinado.



Algunas funciones del equipo de conducción.
Son funciones del equipo: la toma de decisiones, la delegación de tareas, la conducción de equipos de trabajo, la conducción de la negociación y la supervisión.

La toma de decisiones.
Para comprender la complejidad del proceso de toma de decisiones es importante reconsiderar el poder de elegir, y otros factores intervinientes que “complican” la tarea de elegir como los sistemas de valores individuales, organizacionales y sociales; las informaciones necesarias pero en ocasiones  parciales; los efectos previsibles de cada decisión, etc.
El problema que se le presenta a cada decidor es el de la racionalidad, porque interjuegan diferentes racionalidades: la del decisor y la del sistema sobre el que se toma la decisión.  De allí que se habla de modelo de racionalidad limitada.  Estos modelos se caracterizan por que las decisiones racionales delineadas por todo decisor, se hallan permanentemente enmarcadas por limitaciones que condicionan esos criterios de racionalidad.

Los tipos de decisión.
Se reconocen tres tipos de decisiones: las estratégicas, las de gestión y las operacionales.
Las decisiones estratégicas se caracterizan por el impacto que producen en las funciones sustantivas y en las finalidades de cada establecimiento.
Las decisiones de gestión hacen a la organización y a la estructuración de las acciones de la institución.  Constituyen el modo de concretar en la acción las decisiones estratégicas sin perder la visión de la unidad del proyecto.
Las decisiones operacionales se toman cotidianamente y están constituidas por el cúmulo de decisiones que orientan las actividades de otros actores

El proceso decisional.
En la toma de decisiones, en el marco de un modelo de racionalidad limitada se reconocen seis etapas:


1.     Determinación del problema.
2.     Análisis de la situación.
3.     Definición de los objetivos y criterios de cada proceso decisional.
4.     Estudio de las soluciones alternativas.
5.     Elección de una de las alternativas.
6.     Evaluación de la elección.


Delegación de tareas.
Es la transferencia planificada de autoridad y responsabilidad a otros, para que ejecuten el trabajo dentro de los límites establecidos de común acuerdo.  Se pueden delegar funciones y autoridad, pero la responsabilidad nunca puede ser delegada totalmente. La delegación puede ser concebida como un proceso en el que se reconocen tres fases:
La primera es la “Asignación de tareas y atribución de poder”; la segunda es la “Creación de obligaciones” y la tercera es el “Sistema de control y evaluación”
La conducción de equipos de trabajo.
Algunos requisitos a tomar en cuenta:
Por parte del directivo es altamente deseable:
Por parte de los integrantes del equipo de trabajo:
1.        La capacidad para liderar el equipo.
2.        La capacidad para resolver problemas.
3.        La capacidad para coordinar.
4.        La habilidad para producir comunicaciones claras.
5.        La habilidad para el manejo de las relaciones interpersonales.
6.        La capacidad para efectuar un seguimiento y evaluación de la tarea.
1.        La habilidad para el desempeño autónomo.
2.        La capacidad para la escucha y el comportamiento solidario.
3.        El compromiso con la tarea.
4.        Los conocimientos técnicos para la realización de las tareas solicitadas.
5.        La capacidad para resolver problemas.
6.        La capacidad de autoevaluación.
7.         

Tanto la conformación de un equipo como los logros que éste pueda desarrollar se favorecen con reuniones periódicas y formales. Las reuniones pueden ser:
De información descendente: en las que se transmite información desde quien conduce la reunión hacia el auditorio.
De información ascendente: en las que se trata de recoger información proveniente del grupo.
De resolución de problemas: en las que se buscan distintas alternativas a una situación problemática, mediante la utilización de procesos lógicos e inventivos.
Mixtas: en las que hay momentos destinados a cada una de las anteriores.
A continuación se presenta un ejemplo: Guía para la preparación y la conducción de reuniones.

 
1.            Preparación de la reunión:
Algunos aspectos importantes a considerar son:
1.     Clarificación del encuadre, el cual comprende la definición de:
Los objetivos de la reunión.
1.     Las técnicas que se prevé utilizar en función de los objetivos (exposición, trabajo en pequeños grupos, torbellino de ideas, análisis de casos, etc.)
2.     El tiempo disponible para la reunión en su totalidad para cada una de las actividades planificadas.
2.     Composición del grupo:
1.     El número de participantes.
2.     Las características de los mismos, es decir si tienen algún conocimiento previo sobre las cuestiones a trabajar, si poseen experiencia en el trabajo en pequeños grupos, la capacidad para interactuar, grado de interés en los temas a tratar.
3.     En función de estos aspectos se deben ajustar las actividades, los espacios y los tiempos disponibles.
Algunas cuestiones puntuales deben ocupar especialmente la atención de quien conduce la reunión, ya que pueden producir dificultades en el transcurso de la misma, aunque no necesariamente en todas las ocasiones:
1.     La presencia de distintos niveles jerárquicos.
2.     La diferencia muy marcada en los niveles de información de los participantes.
                  4.         Presentación de los temas o cuestiones a tratar:
Esta presentación debería realizarse antes de la reunión en la medida de las posibilidades.  Es importante:
              i.        Proporcionar el objetivo de la reunión y los datos fundamentales.
             ii.        Incitar a la búsqueda de alternativas previamente a la reunión, en el caso de que se trate de una reunión de resolución de problemas.
Esta presentación facilita una reflexión previa de los participantes y evita malentendidos acerca de la convocatoria.
1.     Organización material.
Se refiere a la organización del espacio físico disponible para la reunión.  Éste debe facilitar el trabajo que se va a realizar.  Para ello es necesario prever las técnicas que se utilizarán en función del espacio y el modo en que los participantes se ubicarán.
2.             Conducción de la reunión:
El coordinador de la reunión deberá:
3.     Presentar a los participantes o invitar a que ellos mismos se presenten, en el caso de que no se conozcan entre sí.
4.     Presentarse a sí mismo y las funciones que desempeñará en el transcurso de la reunión.
5.     Explicitar el encuadre (objetivos, momentos y técnicas previstas, tiempos disponibles, modos de evaluación)
6.     Conducir o animar las distintas actividades programadas, con la suficiente flexibilidad como para adecuarlas al desarrollo de la reunión. 
7.     Realizar un cierre de la reunión: éste puede constar de una síntesis y/o evaluación de la misma, centrada en la tarea y el  funcionamiento del grupo en relación a ésta.

Conducción de la negociación.
La negociación es un término que se vincula con la concertación y el consenso.  Existen dos estilos de negociación:
Competitivo: se caracteriza por aquello que se denomina “el juego de suma cero”.  Ello significa haberse comprometido con la tesis de que en todas situaciones solo se dan dos situaciones; ganar o perder.  Un modo de pasar de este estilo a otro es a través de la negociación.
Conducir la negociación como directivo implica modificar la situación, transformando el estilo competitivo en una cooperativo, lo cual incluye poseer recursos técnicos para poder realizarlo.
Cooperativo: en él no hay disputa por vencer al otro sino obtener beneficios aceptables para las diferentes partes.
Para que el modelo cooperativo sea posible, es necesario que estén presentes las siguientes condiciones.  El compromiso de cada una de las partes, la confianza mutua y el conocimiento relativo de la otra parte.
Los siete elementos para organizar y conducir toda negociación son:
1. Preparar la negociación.
2. Evitar respuestas simétricas “en escalada” (reacciones en cadena)
3. Efectuar una evaluación y examen crítico de las propias actitudes.
4. Generar alternativas creativas para que puedan aparecer nuevas opciones o posibilidades.
5. Separar, en forma  momentánea, el proceso decisorio del creativo y dedicar algunos encuentros de trabajo para que surjan ideas u opciones alternativas.
6. Realizar recapitulaciones y evaluaciones parciales para verificar la comprensión de las partes comprometidas.
7. Conocer las ventajas de la negociación individual y en equipo.

La función de supervisar.
Las funciones de supervisar están incluidas con matices en el equipo de conducción de cada establecimiento.  En ella de destacan dos aspectos: la evaluación y el asesoramiento o ayuda profesional.
La acción de supervisión supone un proceso, constituido por cinco etapas:
1. Período preparativo o reunión previa.
2. Período de observación.
3. Período de análisis crítica de interpretación de lo observado.
4. Período de retroalimentación (intercambio con el observado)
5. Evaluación de la supervisión e sí misma.



Capítulo III: La dimensión pedagógico didáctica.
(Frigerio, G. y Poggi, M.)
Acerca de las prácticas pedagógicas y de la transposición didáctica.
La conducción debe trabajar sobre el currículum prescripto (propuesta oficial formalizada en un diseño curricular) y el currículum real (currículum en acción)
En éste último debe indagar y construir un saber acerca del triángulo didáctico (conocimiento, docente y alumno)

La observación como dispositivo de trabajo y procedimiento esp4ecífico de los equipos de conducción.
La observación requiere el cumplimiento de un dispositivo de cinco etapas:
1.     La preparación de la entrada al territorio: esta fase incluye la negociación de la entrada al territorio y la confección de instrumentos para la recolección de la información acerca de lo observado.  Los aspectos a observar hacen referencia a: relación del docente con el contenido, organización de la clase, modalidad vincular favorecida por el docente y selección y utilización de textos y recursos.
2.     La entrada al territorio.
3.     Las reglas que se observarán durante la “estadía” en el territorio: para que la información que se obtenga sea rigurosa es preciso a “secuencias” (temáticas conceptuales).  Ello permite a cada docente un desarrollo completo de su propuesta de trabajo.
4.     La salida y de aspectos: debe tener consideraciones generales acompañadas de algunos comentarios y de aspectos valiosos que se hayan observado y que serán devueltas al docente.
5.     El trabajo institucional después del pasaje por el territorio: esta etapa consiste en transformar la información recogida en un insumo para el trabajo institucional.  La devolución debe efectuarse en un registro pedagógico en el que se incluyan propuestas alternativas sobre aspectos en los que es necesario introducir cambios.

Acerca de la evaluación.
Es el proceso de recolección de información necesaria y el análisis que permite construir un saber acerca del establecimiento, diseñar estrategias y tomar decisiones.
Los equipos de conducción deben efectuar la evaluación de los logros de los alumnos, lo que permite cumplir con la función de acreditación y certificación.  También debe efectuarse la evaluación de los alumnos como indicador de la calidad de las prácticas docentes.  Ello permite redefinir, consolidar o modificar las mismas.

Capítulo IV: La dimensión comunitaria.
(Frigerio, G., Poggi, M. y Tiramonti, G.)
Cuestiones generales.
Por su carácter favorecedor u obstaculizador, hay dos cuestiones que se imponen al abordar la articulación entre escuela y comunidad: el carácter abierto o cerrado de las organizaciones y el tratamiento de la participación.
¿Institución cerrada o abierta?
En cuanto al primer aspecto, si la escuela para preservarse de las transformaciones del medio se convierte en una fortaleza amurallada quedará expuesta al desprestigio e irá vaciándose aún cuando siga asistiendo la población a sus edificios materiales.  En cambio cada institución excesivamente permeable, estará expuesta a perder su especificidad, diluirse sus características y confundirse con otras instituciones, en cuyo caso, al igual que la anterior perderá significación social.
Para poder organizar un vínculo de intercambio, evitar la alineación de la educación y preservar su especificidad es preciso destacar que el compromiso social de la escuela debe efectivizarse en la calidad del servicio que presta.  Procurar una mejor educación es el núcleo de la responsabilidad de la escuela.
En cuanto al segundo aspecto, la participación, es el conjunto de actividades mediante las cuales los individuos se hacen presentes y ejercen influencia en ese elemento común que conforma el ámbito de lo público.
Hay dos formas de participación:
Indirecta: se concreta en la elección de los representantes, en quienes se delega por un cierto período, la tarea de considerar alternativas y decisiones vinculadas a la escuela.
Activa o directa: supone la intervención del individuo en la gestión de la cosa pública.
En educación se pueden distinguir áreas de intervención participativa que conciernen e involucran a distintos actores intra e inter institucionales:


1.     La pedagogía didáctica.
2.     La organizacional.
3.     La administrativa.
4.     La financier


Hay cuerpos que pueden ser consultivos para lo pedagógico y pueden tomar decisiones en cuestiones relacionadas con la convivencia.
Las normas de convivencia son el conjunto de reglas que permiten, posibilitan y regulan los intercambios entre los diferentes actores que comparten una actividad.
Los equipos de conducción tienen la responsabilidad de compatibilizar los estilos con cada docente, con cada grupo, definir las maneras de resolver estos aspectos, con el proyecto y la política de la institución.
Hay dos dimensiones que determinan el modo de regular los comportamientos: El orden normativo.  Indica, prohíbe o permite comportamientos con el fin de regular los aspectos de la vida institucional (organizacionales, relacionales, etc.) y Los mecanismos disciplinarios.  Son el conjunto de castigos y recompensas con que la institución promueve mecanismos de cumplimientos de las normas.
Al respecto, los directivos tienen la responsabilidad de no generar injusticias y de no avalar la impunidad.
Para evitar conflictos desgastantes es importante que la conducción tenga presente que es fundamental explicitar niveles y materias de intervención.

Capítulo V: La dimensión administrativa.
(Frigerio, G., Poggi, M. y Tiramonti, G.)
¿De qué hablan las palabras?
Administrar es prever las acciones que hacen posible la gobernalidad de la institución permitiendo que la misma transite por los caminos que le hemos trazado.  Un administrador es un planificador de estrategias.  Es un actor que prevé las consecuencias de las decisiones que se adopten.
El contenido de las actividades administrativas.
Los tres tipos de actividades que forman parte de lo administrativo son:


1.     La previsión de los recursos humanos y materiales.
2.     El control normativo.
3.     La organización de las diferencias tareas institucionales: el tiempo y el espacio.


La organización de la administración.        
Para cada una de las actividades mencionadas, existe un procedimiento adecuado a las características de la tarea y de la institución que hace posible obtener resultados más eficaces.
Contribuyen a los procedimientos de la administración los siguientes aspectos:
1.     La producción y sistematización de la información: dicha tarea consiste en el diseño de las combinaciones significativas de los datos, con la finalidad de realizar diagnósticos que detecten problemas o identifiquen causales de estos problemas, posibles relaciones entre ellos y vías de superación.
2.     La circulación de las comunicaciones: consiste en asegurar que el flujo informativo llegue a todos los sectores y miembros de la institución.  Para ello la administración debe construir canales de comunicación.
Para resignificar la dimensión administrativa debemos recurrir a los conceptos de eficacia y eficiencia.  El primero hace referencia a qué debe hacerse y el segundo a la manera en que debe ser hecho a partir de la optimización de los recursos.
Una escuela es eficaz y eficiente, cuando los objetivos de saber, saber-hacer, saber-ser son alcanzados de modo satisfactorio; cuando los recursos humanos y profesionales son utilizados según sus competencias; cuando los recursos materiales y financieros son utilizados sin ser malgastados. 
A continuación se presenta un cuadro sobre la base de los trabajos de Payette y Ethier con criterios de eficacia y eficiencia:
EFICACIA
EFICIENCIA
1.     Conocimiento de las necesidades y demandas.
2.     Establecimientos de objetivos precisos y consensuados.
3.     Utilización del entorno.
4.     Acento sobre la calidad y la equidad.
5.     Concreción del plan de acción.
1.     Sistema de comunicación adecuado.
2.     Sistemas de resolución de conflictos.
3.     Mecanismos de control y evaluación.
4.     Motivación y satisfacción laboral.
5.     Clima organizacional armónico.
6.     Roles armónicamente diferenciados.
7.     Competencia en materia de gestión.
8.     Procesos de toma de decisiones.
Eficacia y eficiencia se pueden medir a través de algunos indicadores: la tasa de ausentismo baja, la ausencia de tensiones en las relaciones grupales, la permanencia del personal, buenos resultados escolares de los alumnos.

Frigerio, G., Poggi, M. y Tiramonti, G.  Las instituciones educativas.  Cara y ceca.  Troquel, Buenos Aires, 1992
(Ficha bibliográfica)
ELEMENTOS PARA SU COMPRENSIÓN
Capítulo I: Las instituciones educativas y  el contrato histórico.
(Frigerio, G., Poggi, M. y Tiramonti, G.)
Un momento clave en la historia de las instituciones educativas: los contratos fundacionales.
El espacio de lo social se encuentra recortado.  Las instituciones son construcciones que resultan del parcelamiento del terreno social, que se originó en distintas coyunturas históricas.
Las diferentes instituciones se crearon para responder a necesidades sociales; como las sociedades van transformando sus necesidades y también la forma de resolverlas, las instituciones van transformándose, articulándose o anulándose y la sociedad va modificando su arquitectura o cambiando los cercos, límites y fronteras de cada conjunto institucional.
Las instituciones desarrollan distintas estrategia de supervivencia o expansión, adaptando sus cercos, abriéndose, fortificando sus límites y volviéndose más cerradas.  Algunas ceden espacios, otras invaden parcelas pertenecientes a otras instituciones; de modos distintos, cada institución redefine si terreno.
La institución escuela es un producto histórico.  En este sentido queremos destacar dos cuestiones.  En primer lugar las instituciones educativas surgen como un recorte de la arquitectura global de la sociedad, diferenciándose de otras instituciones existentes por un movimiento de especificación, es decir con una asignación de sentido dada desde lo social.
En segundo lugar las redefiniciones de los espacios institucionales corresponden a los procesos históricos en los que los sujetos sociales son actores.  Las modificaciones dan cuenta de las adaptaciones, llevan la marca de los orígenes.  Estos remiten un primer contrato o contrato fundacional: aquél que le daba asignación de sentido a esa parcela del campo social.

Cada institución se construye a partir de lo que puede llamarse un primer contrato o contrato fundacional.
Los contratos –bajo la forma de constituciones y leyes– formalizaron, legalizaron o legitimaron tanto las relaciones de los individuos entre sí como de éstos con el Estado y su gobierno.  En el primer caso dieron origen al derecho privado, en el segundo al derecho público.  En ambos el consenso fue uno de los principios de las obligaciones que, una vez contraídas, debían ser respetadas bajo pena de sanción.
Las exigencias sociales explican el surgimiento de instituciones que tomaron a su cargo la satisfacción de algunas de estas necesidades, estableciendo con el todo social, acuerdos o contratos respecto a sus funciones y ámbitos de desempeño.
Cada institución es portadora de un mandato social y tiene la responsabilidad de movilizar sus recursos para crear una dinámica interna que permita y favorezca el cumplimiento de este mandato.

En el contrato fundacional se especifica el mandato del que cada institución es portadora.
El Estado moderno fue estructurado como un estado organizador y se constituyó en la institución encargada de ejercer la ley.
El papel del Estado es garantizar la ejecución del mandato, asegurándose que las instituciones cumplan el contrato original, en sus aspectos sustantivos.
El contenido del contrato fundacional entre la sociedad y la escuela requería una institución que:
·         Transmitiera valores y creencias que legitiman el derecho y el orden económico y social establecidos.
·         Transmitiera los saberes necesarios para el mundo del trabajo.
·         Creara condiciones para la producción de otros saberes, para el desarrollo y para el progreso social.
Desde el punto de vista político y social se trataba de instruir al pueblo y formar ciudadanos; desde el económico, se trataba de asegurar la integración al mundo del trabajo.  Simultáneamente las instituciones debían garantizar la formación de recursos para la elaboración de nuevos saberes.
El contrato implica compromisos para la escuela y para el Estado.  Las leyes establecieron la obligatoriedad y gratuidad de la educación básica y definieron contenidos mínimos.  Sobre estos cimientos se construyeron los sistemas educativos, en lo que cada nivel fue depositario de un mandato distinto, para cada uno de los cuales el Estado adquirió compromisos específicos.
El cumplimiento del mandato tuvo y tiene diferencias en cada contexto nacional y en cada coyuntura histórica.  En algunos casos el contrato fundacional se llevó a cabo sin mayores dificultades.  En otros, el mandato fue modificándose.  En ciertas oportunidades el mandato fue desoído o traicionado.  En ocasiones el Estado no cumplió con su parte del contrato, en otras, la escuela pareció desconocerlo.

El lugar del currículum en el contrato entre la escuela y la sociedad.
Cuando se estableció el contrato fundacional entre la escuela y la sociedad no fueron explicitadas todas las cláusulas.  Sin embargo, lo explícito permitió que, sobre la institución escuela, se depositaran expectativa y se articularan tres lógicas diferentes: la lógica cívica referida al interés general e igualdad de oportunidades; la lógica económica concerniente a la producción de bienes y el trabajo; y la lógica doméstica de las familias y los individuos.  La escuela debe integrar elementos de lo que denominaremos la lógica de las ciencias, es decir de las fuentes del conocimiento erudito.
La escuela como institución contó con el reconocimiento social y también con el derecho a participar en la definición del contenido y el sentido de las acciones que realizaba en el marco de ese contrato.  En sus prácticas, el sistema educativo tuvo (y tiene) capacidad potencial de redefinir los términos del contrato fundacional.
Pero, la escuela, cada escuela, desde su organización, estuvo atravesada por un contrato paradójico.  Por una parte, por el requerimiento de crear en lo político un orden social más justo, que se proponía “borrar” diferencias sociales a través de la formación de ciudadanos.  Simultáneamente el nuevo orden también requería una distribución desigual de posiciones laborales y sociales, es decir, la formación de trabajadores diferenciados.
La escuela republicana surgió como una institución revolucionaria: este potencial de “creación de un orden distinto” será un rasgo de identidad originario, un capital de la institución escuela.
Por ese rasgo “se espera” de la escuela que opere transformaciones sociales.
La escuela es una institución atravesada permanentemente por dos tendencias, una reproductivista, conservadora, que tiende a perpetuar un orden; y una tendencia innovadora, transformadora, que se propone modificar ese orden.
El sistema educativo ejecuta el mandato social a través de la acción de transmisión y distribución de contenidos, tiene la posibilidad de llevarlas a cabo incluyendo una definición propia del saber y de su distribución.  Definición que se expresa en el currículum prescripto.
El currículum escolar prescripto permitirá la formulación y explicitación de los contratos que articulan el quehacer educativo y que son modos de “traducir”, y de resignificar con precisiones y especificaciones el contrato original entre la sociedad global y las instituciones escolares.
El sistema educativo tiene un potencial y, siempre relativa, capacidad de socializar y distribuir saberes con diferentes grados de autonomía del mandato social.  Esta potencialidad se hace acto a través del desarrollo curricular, de las prácticas pedagógicas de los docentes, de la elección de la propuesta editorial y de los distintos materiales y recursos didácticos.
El currículum prescripto es el organizador de esos procesos.
Las “especificaciones” del currículum prescripto que se realicen en cada establecimiento constituirán los criterios de intercambio que den forma y sentido institucional, profesional y personal a los contratos laborales de los miembros de cada establecimiento.
Esas especificaciones darán forma y contenido a los contratos organizacionales es decir a aquellos que se dé cada establecimiento para crear las condiciones necesarias para el cumplimiento de la tarea sustantiva de enseñar.  Entre esas condiciones se pueden mencionar las reglas de convivencia, la distribución de responsabilidades, la distribución y asignación de tiempos y espacios, etc.
Los contratos encadenados y derivados del contrato entre el sistema educativo y la sociedad serán el encuadre y el marco contrato pedagógico-didáctico que en cada aula, re-significa entre cada docente y cada grupo de alumnos el sentido del pacto fundacional.
Un currículum que proponga diferenciaciones muy drásticas entre los saberes que recibe cada grupo de la sociedad, ya sea porque establece circuitos paralelos para su distribución o porque los concentra sólo en los niveles más altos del sistema, refuerza y legitima las diferencias socio-culturales que existen de antemano en el seno de la sociedad.  Este tipo de currículum puede llegar a responder a una lógica económica de corto plazo pero no necesariamente respondería a la lógica cívica ni a la domestica.
Por el contrario, un currículum que procura una distribución más equitativa de saberes tiende a reforzar las tendencias a la equidad y a la igualdad social, tomando en consideración  las lógicas desatendidas en la alternativa anterior.  Pero si estos saberes están, por ejemplo, distanciados de las nuevas tecnologías, no responderían a la lógica económica.
Hoy en día, tanto los especialistas como la opinión pública en general, concuerdan en considerar que los procesos que suceden en el interior de la escuela tienen escaso grado de relación con las lógicas cívica, económica, doméstica y científica, por lo cual la institución relativizó su significación social positiva.  Parecería que los “acuerdos” entre la escuela y la sociedad han perdido vigencia ya que ninguna de las partes puede dar satisfacción a los compromisos asumidos.  Cuando se habla del divorcio entre la escuela y la sociedad o de la crisis de la educación, se está haciendo alusión a esta ruptura contractual.
El Estado encuentra inconvenientes para sostener el contrato.  En algunos casos ha dejado de cumplir con muchas de sus obligaciones.  La primera es la desatención económica a las instituciones y a los docentes.  Existen otras faltas graves, como son la indefinición respecto de los saberes que deben ser transmitidos y las relaciones concretas que deben existir entre lo que se enseña y el mundo del trabajo, la continua presión sobre las instituciones escolares para que éstas se hagan cargo de funciones que no le son propias, etc.
Nos encontramos, ante una situación de mutuo incumplimiento del contrato fundacional.  Este incumplimiento podría explicar el malestar interno del sistema, así como la decepción que manifiesta la sociedad y los reclamos y demandas de la comunidad hacia la educación.
¿Podemos resignificar el contrato? ¿Podemos articular en una propuesta curricular la lógica cívica, la economía, la doméstica y la científica?

Hacia un nuevo contrato.
El contexto en que la escuela debe construir un nuevo camino es sumamente adverso.  La crisis económica que sufren los países latinoamericanos y el desplazamiento del Estado de la esfera de las prestaciones sociales, coloca a las instituciones escolares, cada vez más, ante la necesidad de responder a múltiples demandas.
¿A cuáles de estos reclamos debe responder la escuela y a cuáles no?
¿Deben las escuelas esperar que la sociedad responda por estos interrogantes?  O, por el contrario, ¿deberá tomar la iniciativa de repensar su propio espacio social, ocuparlo y desde allí reclamar una definición de la sociedad?  Si respondemos afirmativamente al primer interrogante, todo movimiento desde la institución es inútil; si por el contrario, acordamos con una respuesta afirmativa para la segunda de las preguntas, nos queda una enorme tarea por delante.
El nudo de la tarea, a nuestro entender, es la recuperación para la escuela de las prácticas de enseñanza y aprendizaje, y a partir de allí, la reformulación de los contratos internos para posibilitar que el esfuerzo de todos los actores confluya en la consecución de este objetivo.  Para ello será necesario redefinir roles y tareas, derechos y obligaciones, adquirir un estilo de gestión que haga posible la actividad pedagógica, ordenar las múltiples funciones en pos de lo específico, atender algunas demandas y desoír otras.
Entre aquellas demandas, la democratización es un tema recurrente.
En algunos autores y en ciertas coyunturas sociopolíticas, esta expresión remite a asegurar el ingreso de los chicos a la escuela; se pensó entonces, democratizar como extender la cobertura de la matrícula.  Éste es un requisito, pero no basta para hablar de una escuela democrática.
Otros autores pusieron el acento en que además de ingresar, los niños debían permanecer en la escuela, es decir que había que intentar disminuir el fracaso escolar bajo la forma de desgranamiento.  Éste es también un requisito necesario.  Sin embargo, éste y el anteriormente mencionado son condiciones necesarias, no constituyen condiciones suficientes.
Otros autores y tendencias han puesto el acento en la necesidad de que la escuela cumpla con su función social y distribuya saberes socialmente significativos.
 Además, para hablar de escuela democrática es necesario que la escuela funcione facilitando que todos los alumnos obtengan igual capital cultural a igual inversión temporal.
Es responsabilidad de las políticas públicas garantizar que la escuela sea democrática.  Pero también es responsabilidad de cada escuela y de cada educador.
En este contexto la escuela deberá redefinir su contrato: el mismo deberá contemplar la lógica cívica que requiere la construcción de un orden democrático; la lógica doméstica que demanda equidad para que el destino sea una construcción social e individual no predeterminada por las biografías anticipadas; la lógica económica sin que ésta aliene a las otras y la lógica de la construcción de nuevos conocimientos que reclama la distribución del saber ya acumulado.
A su vez cada establecimiento deberá resignificar este contrato global, a partir del cual diseñará su proyecto.  Cada autor, por su parte traducirá este contrato en su espacio experto de intervención, desde la especificidad de su rol.

NOTAS PERSONALES:


Comentarios personal sobre el texto “Pensando las instituciones” ( Ida Butelman -comp.) 
     El libro Butelman, Ida (comp.): “Pensando las instituciones”, Paidós, Bs. As., 1998].se compone de varios capítulos, escritos por diferentes autoras y vinculados entre sí por las temáticas pero no correlativos, es decir que tienen sentido en sí mismos. Dada esta estructura del libro creí apropiado hacer un análisis comparativo de los capítulos basándome en el significado (no unívoco) que se le atribuye en cada caso a algunos  conceptos relevantes.
      A continuación entonces desarrollo este trabajo analizando cada capítulo por separado y tomando como ejes: la concepción del conflicto, la perspectiva desde la que se mira y se construye el objeto (perspectiva epistemológica) y las diferentes categorías teóricas propuestas por las diferentes autoras para comprender la institución.

1) ESPACIOS INSTITUCIONALES Y MARGINACIÓN (Butelman)
     Butelman, quien además de ser autora de este capítulo es la compiladora de los demás trabajos y la ideóloga de la publicación, se sitúa en el rol de “psicopedagoga institucional” y al referirse a su lugar teórico habla de sí misma como “institucionalista”. Se entiende que su objeto de trabajo se centra en las “problemáticas” o los conflictos de las instituciones. Considera a la psicopedagogía institucional como “un modelo teórico-práctico que permite una indagación, un diagnóstico y una elaboración de recursos para la solución de problemas en situaciones de carencia, conflicto, crisis, en instituciones educacionales”.
     Para la autora, el abordaje desde un lugar del saber es limitante y reconoce, desde el punto de partida, las fragmentaciones a que se someterá: “(...) las hipótesis surgidas sobre la base de un modelo teórico tienden a la comprensión selectiva de las situaciones, a causa de los alcances y los intereses teóricos de los propios conceptos con los que se indagan sólo algunos aspectos de la realidad, ya que tal teoría deja otros afuera por no problematizarlos”.
     Un término que nos interesa definir entonces es el conflicto.La autora lo aborda desde su carácter emergente, como una instancia que da lugar a ver o a ocultar, a desentrañar la naturaleza de los vínculos, de la experiencia de los actores. Ella explica que:

“en toda situación de conflicto se produce un escape hacia espacios imaginarios (individuales) que dificultan la emergencia de datos procedentes de los observables, aumentando la necesidad profesional de inferir e interpretar”.

     Con respecto a la incidencia de condicionantes estructurales, o agentes (externos o internos a la institución) que pueden tener incidencia, Butelman describe a la institución como un sistema complejo que sitúa a las instituciones en una continua pugna: “en primer lugar con ese contexto social con el fin de mantener un cierto equilibrio entre las propias necesidades de supervivencia y las exigencias provenientes de los distintos centros de poder que las atraviesan; y en segundo lugar, con la exigencias y presiones procedentes de los deseos y las necesidades de los integrantes de cada institución”. Es decir que el conflicto se vive entre la institución y el afuera y también al interior de la propia institución, en el primer caso se trata de un conflicto por el control de las decisiones, y en el segundo de un conflicto por la significación de los actos.
       Se infiere del texto la propuesta de una postura de distanciamiento entre el institucionalista y la institución, a los efectos de conservar cierta “objetividad”, es decir: para entender un proceso institucional es necesario mantener una “distancia perceptual que nos permita pensar con palabras específicas insertas en un paradigma científico, que remita a ese proceso y nos ubique en la distancia justa”. Y señala que la pérdida de tal distancia puede consistir en un acercamiento emocional, en cuyo caso se distorsionaría la percepción del objeto. Esta distancia define entonces su postura desde lo “epistémico”.
    En la emergencia del conflicto, entonces, Butelman propone observar. ¿Y observar qué? Su propuesta se centra en el lenguaje, y propone dos niveles distintos de comprensión desde el discurso. Estos son los Niveles de comprensión de lo institucional desde el lenguaje:

    “...un primer nivel de datos desde los observables, en los aportes verbales que los consultantes dicen y especialmente quieren decir, (...) todo aquello en lo que los consultantes especialmente necesitan ser escuchados”. En este tipo de discurso se define el NIVEL DE LO MANIFIESTO.
   “...un nivel subjetivo, de lo que no se dice, de lo que se dice mal y se oye mal, de lo que parece que se quiere decir pero se distorsiona, , de los miedos, de los sufrimientos vinculares que a veces priorizan la agresión”, que es el NIVEL DE LO LATENTE.

   La obvia extracción psicoanalítica de estos términos y su correlato con los niveles manifiesto y latente de los sueños, por ejemplo, en la obra de Freud, se confirma con la postura propuesta para el psicopedagogo institucional: la interpretación. El institucionalista describe lo que ellos dicen que está pasando, en palabras de la autora: “enuncia con sus palabras; su mirada funciona como un organizador situacional, creando el espacio real”.

NOTAS PERSONALES: